10 de febrero de 2014

Versos con amor

Se acerca el 14 de febrero, "día de los enamorados". Algunos quizá pensáis que es una celebración moderna, propia de esta sociedad de consumo; sin embargo, su origen se remonta a la época del Imperio romano. Pero ¿quién era san Valentín?, ¿por qué es el patrón de los enamorados?
Hay varias leyendas sobre este santo. Hemos elegido una que afirma que san Valentín era un sacerdote que ejercía en Roma en el siglo III. Ante la prohibición del emperador Claudio II de celebrar matrimonios para los jóvenes soldados, porque rendían menos en el campo de batalla, Valentín desafió la orden y casó en secreto a algunas parejas de enamorados; cuando esto se descubrió, fue encarcelado, sufrió martirio y murió ejecutado un 14 de febrero.

Para celebrar este día, hemos elegido estos versos de Luis Cernuda:

"Libertad no conozco sino la libertad de estar preso en alguien
cuyo nombre no puedo oír sin escalofrío;
alguien por quien me olvido de esta existencia mezquina
por quien el día y la noche son para mí lo que quiera,
y mi cuerpo y espíritu flotan en su cuerpo y espíritu
como leños perdidos que el mar anega o levanta
libremente, con la libertad del amor,
la única libertad que me exalta,
la única libertad por que muero.

Tú justificas mi existencia:
si no te conozco, no he vivido;
si muero sin conocerte, no muero, porque no he vivido."
 
(Del poema “Si el hombre pudiera decir lo que ama…”)

Ahora te pedimos que nos digas cuáles son tus versos de amor favoritos, para que entre todos formemos nuestra antología poética amorosa. 
Déjanoslos en los comentarios.

24 comentarios:

  1. Sexto Propercio. 47 a. C. - 15 a. C.), Elegiae I,1.

    Cintia, fue ella la primera, me atrapó con su mirada,
    pobre de mí, que fuera antes inmune a los deseos.
    Bajó Amor luego la altivez constante de mis ojos
    y aplastó mi cráneo bajo el peso de sus pies.

    Cynthia prima suis miserum me cepit ocellis,
    contactum nullis ante cupidinibus.
    tum mihi constantis deiecit lumina fastus
    et caput impositis pressit Amor pedibus,

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  2. Cristina González Díez11 de febrero de 2014, 10:58

    Un poema muy actual y hermoso: “El desayuno” de Luis Alberto de Cuenca
    Me gustas cuando dices tonterías,
    cuando metes la pata, cuando mientes,
    cuando te vas de compras con tu madre
    y llego tarde al cine por tu culpa.
    Me gustas más cuando es mi cumpleaños
    y me cubres de besos y de tartas,
    o cuando eres feliz y se te nota,
    o cuando eres genial con una frase
    que lo resume todo, o cuando ríes
    (tu risa es una ducha en el infierno),
    o cuando me perdonas un olvido.
    Pero aún me gustas más, tanto que casi
    no puedo resistir lo que me gustas,
    cuando, llena de vida, te despiertas
    y lo primero que haces es decirme:
    «Tengo un hambre feroz esta mañana.
    Voy a empezar contigo el desayuno»

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  3. Un soneto de Francisco de Quevedo: “Amor constante más allá de la muerte”
    Cerrar podrá mis ojos la postrera
    sombra que me llevare el blanco día,
    y podrá desatar esta alma mía
    hora a su afán ansiosa y lisonjera

    mas no, de esotra parte, en la ribera,
    dejará la memoria, en donde ardía:
    nadar sabe mi alma el agua fría
    y perder el respeto a ley severa.

    Alma a quien todo un dios prisión ha sido,
    venas que humor a tanto fuego han dado,
    médulas que han gloriosamente ardido,

    su cuerpo dejará, no su cuidado;
    serán ceniza, mas tendrá sentido,
    polvo serán, mas polvo enamorado.

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    1. Quevedo, en este otro soneto, nos da una visión del amor más escéptica que en el anterior:
      Es hielo abrasador, es fuego helado,
      es herida que duele y no se siente
      es un soñado bien, un mal presente,
      es un breve descanso muy cansado;

      es un descuido que nos da cuidado,
      un cobarde con nombre de valiente,
      un andar solitario entre la gente,
      un amar solamente ser amado;

      es una libertad encarcelada,
      que dura hasta el extremo parasismo;
      enfermedad que crece si es curada.

      Este es el niño Amor, es un abismo.
      ¡Mirad cuál amistad tendrá con nada
      el que en todo es contrario de sí mismo!

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  4. Un canto al amor cotidiano: "100% algodón" de Raúl Vacas

    Tiembla mi corazón cuando te nombro
    y siento de tu amor su peso neto,
    sueño cuando el abono del respeto germina
    y hace árbol nuestro asombro.

    Aquí tienes mis labios y mi hombro:
    oasis, salvavidas, parapeto.
    Atrás quedan las dudas, mi esqueleto,
    y alguna discusión que ya es escombro.

    Tuyo es mi amor sin envolver ni lazo
    tuya mi algarabía y mi lamento
    y tuyo el territorio de mi abrazo.

    Camina junto a mí con paso lento,
    mirándome despacio, de mi brazo,
    busquemos la perdiz de nuestro cuento.

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  5. De Lope de Vega su famoso soneto: “Desmayarse, atreverse, estar furioso”

    Desmayarse, atreverse, estar furioso,
    áspero, tierno, liberal, esquivo,
    alentado, mortal, difunto, vivo,
    leal, traidor, cobarde y animoso;

    no hallar fuera del bien centro y reposo,
    mostrarse alegre, triste, humilde, altivo,
    enojado, valiente, fugitivo,
    satisfecho, ofendido, receloso;

    huir el rostro al claro desengaño,
    beber veneno por licor süave,
    olvidar el provecho, amar el daño;

    creer que un cielo en un infierno cabe,
    dar la vida y el alma a un desengaño;
    esto es amor, quien lo probó lo sabe.

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  6. Vicente Aleixandre nos dejó este intenso poema de amor:

    SE QUERÍAN

    Se querían.
    Sufrían por la luz, labios azules en la madrugada,
    labios saliendo de la noche dura,
    labios partidos, sangre, ¿sangre dónde?
    Se querían en un lecho navío, mitad noche, mitad luz.

    Se querían como las flores a las espinas hondas,
    a esa amorosa gema del amarillo nuevo,
    cuando los rostros giran melancólicamente,
    giralunas que brillan recibiendo aquel beso.

    Se querían de noche, cuando los perros hondos
    laten bajo la tierra y los valles se estiran
    como lomos arcaicos que se sienten repasados:
    caricia, seda, mano, luna que llega y toca.

    Se querían de amor entre la madrugada,
    entre las duras piedras cerradas de la noche,
    duras como los cuerpos helados por las horas,
    duras como los besos de diente a diente solo.

    Se querían de día, playa que va creciendo,
    ondas que por los pies acarician los muslos,
    cuerpos que se levantan de la tierra y flotando...
    Se querían de día, sobre el mar, bajo el cielo.

    Mediodía perfecto, se querían tan íntimos,
    mar altísimo y joven, intimidad extensa,
    soledad de lo vivo, horizontes remotos
    ligados como cuerpos en soledad cantando.

    Amando. Se querían como la luna lúcida,
    como ese mar redondo que se aplica a ese rostro,
    dulce eclipse de agua, mejilla oscurecida,
    donde los peces rojos van y vienen sin música.

    Día, noche, ponientes, madrugadas, espacios,
    ondas nuevas, antiguas, fugitivas, perpetuas,
    mar o tierra, navío, lecho, pluma, cristal,
    metal, música, labio, silencio, vegetal,
    mundo, quietud, su forma. Se querían, sabedlo.

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  7. Lucía Agudo Rodríguez11 de febrero de 2014, 23:24

    TE QUIERO - Mario Benedetti

    Tus manos son mi caricia
    mis acordes cotidianos
    te quiero porque tus manos
    trabajan por la justicia

    si te quiero es porque sos
    mi amor mi cómplice y todo
    y en la calle codo a codo
    somos mucho más que dos

    tus ojos son mi conjuro
    contra la mala jornada
    te quiero por tu mirada
    que mira y siembra futuro

    tu boca que es tuya y mía
    tu boca no se equivoca
    te quiero porque tu boca
    sabe gritar rebeldía

    si te quiero es porque sos
    mi amor mi cómplice y todo
    y en la calle codo a codo
    somos mucho más que dos

    y por tu rostro sincero
    y tu paso vagabundo
    y tu llanto por el mundo
    porque sos pueblo te quiero

    y porque amor no es aureola
    ni cándida moraleja
    y porque somos pareja
    que sabe que no está sola

    te quiero en mi paraíso
    es decir que en mi país
    la gente viva feliz
    aunque no tenga permiso

    si te quiero es porque sos
    mi amor mi cómplice y todo
    y en la calle codo a codo
    somos mucho más que dos.

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  8. Lucía Agudo Rodríguez11 de febrero de 2014, 23:27

    CORAZÓN CORAZA - Mario Benedetti

    Porque te tengo y no
    porque te pienso
    porque la noche está de ojos abiertos
    porque la noche pasa y digo amor
    porque has venido a recoger tu imagen
    y eres mejor que todas tus imágenes
    porque eres linda desde el pie hasta el alma
    porque eres buena desde el alma a mí
    porque te escondes dulce en el orgullo
    pequeña y dulce
    corazón coraza

    porque eres mía
    porque no eres mía
    porque te miro y muero
    y peor que muero
    si no te miro amor
    si no te miro

    porque tú siempre existes dondequiera
    pero existes mejor donde te quiero
    porque tu boca es sangre
    y tienes frío
    tengo que amarte amor
    tengo que amarte
    aunque esta herida duela como dos
    aunque te busque y no te encuentre
    y aunque
    la noche pase y yo te tenga
    y no.

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  9. Yo me quedo con este poema de Bécquer:

    Sabe, si alguna vez tus labios rojos
    quema invisible atmósfera abrasada,
    que el alma que hablar puede con los ojos
    también puede besar con la mirada.

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  10. Poesía y música. Gino Paoli, hace ya unos cuantos años, nos dejó esta joya en forma de canción. Ti lascio una canzone. Sencilla y cierta, como son las cosas bellas.

    Terminado el tiempo de cantar juntos
    acaba aquí la página en común
    El mundo se ha detenido, yo ahora me bajo aquí,
    sigue tú, pero no te envío sola ...

    Te dejo una canción
    para cubrirte cuando tengas frío
    Te dejo una canción para comer si tuvieras hambre
    Te dejo una canción para beber si tuvieras sed
    Te dejo una canción para cantar ..
    Una canción que podrás cantar a quien ...
    A quien tú amarás después de mí ...

    Te dejo una canción para llevar sobre el corazón
    Te dejo una canción para soñar cuando tengas sueño
    Te dejo una canción para hacerte compañía
    Te dejo una canción para cantar ...
    Una canción que podrás cantar a quien ...
    A quien tú amarás después de mí ...
    A quien no amarás sin mí ...

    Gino Paoli

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  11. Eleuterio Bejarano Bueno12 de febrero de 2014, 18:23

    “Poema 20” (Veinte poemas de amor y una canción desesperada), Pablo Neruda

    Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
    Escribir, por ejemplo: "La noche está estrellada,
    y tiritan, azules, los astros, a lo lejos".
    El viento de la noche gira en el cielo y canta.
    Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
    Yo la quise, y a veces ella también me quiso.
    En las noches como esta la tuve entre mis brazos.
    La besé tantas veces bajo el cielo infinito.
    Ella me quiso, a veces yo también la quería.
    Cómo no haber amado sus grandes ojos fijos.
    Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
    Pensar que no la tengo. Sentir que la he perdido.
    Oír la noche inmensa, más inmensa sin ella.
    Y el verso cae al alma como al pasto el rocío.
    Qué importa que mi amor no pudiera guardarla.
    La noche está estrellada y ella no está conmigo.
    Eso es todo. A lo lejos alguien canta. A lo lejos.
    Mi alma no se contenta con haberla perdido.
    Como para acercarla mi mirada la busca.
    Mi corazón la busca, y ella no está conmigo.
    La misma noche que hace blanquear los mismos árboles.
    Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos.
    Ya no la quiero, es cierto, pero cuánto la quise.
    Mi voz buscaba el viento para tocar su oído.
    De otro. Será de otro. Como antes de mis besos.
    Su voz, su cuerpo claro. Sus ojos infinitos.
    Ya no la quiero, es cierto, pero tal vez la quiero.
    Es tan corto el amor, y es tan largo el olvido.
    Porque en noches como esta la tuve entre mis brazos,
    mi alma no se contenta con haberla perdido.
    Aunque este sea el último dolor que ella me causa,
    y estos sean los últimos versos que yo le escribo.

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  12. Eleuterio Bejarano Bueno12 de febrero de 2014, 18:27

    “Tu risa” (Los versos del capitán), Pablo Neruda

    Quítame el pan, si quieres,
    quítame el aire, pero
    no me quites tu risa.

    No me quites la rosa,
    la lanza que desgranas,
    el agua que de pronto
    estalla en tu alegría,
    la repentina ola
    de plata que te nace.

    Mi lucha es dura y vuelvo
    con los ojos cansados
    a veces de haber visto
    la tierra que no cambia,
    pero al entrar tu risa
    sube al cielo buscándome
    y abre para mí todas
    las puertas de tu vida.

    Amor mío, en la hora
    más oscura desgrana
    tu risa, y si de pronto
    ves que mi sangre mancha
    las piedras de la calle,
    ríe, porque tu risa
    será para mis manos
    como una espada fresca.

    Junto al mar en otoño,
    tu risa debe alzar
    su cascada de espuma,
    y en primavera, amor,
    quiero tu risa como
    la flor que yo esperaba,
    la flor azul, la rosa
    de mi patria sonora.

    Ríete de la noche,
    del día, de la luna,
    ríete de las calles
    torcidas de la isla,
    ríete de este torpe
    muchacho que te quiere,
    pero cuando yo abro
    los ojos y los cierro,
    cuando mis pasos van,
    cuando vuelven mis pasos,
    niégame el pan, el aire,
    la luz, la primavera,
    pero tu risa nunca
    porque me moriría.

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  13. Eleuterio Bejarano Bueno12 de febrero de 2014, 18:41

    Romance de la gentil dama y el rústico pastor

    Estase la gentil dama
    paseando en su vergel,
    los pies tenía descalzos,
    que era maravilla ver;
    desde lejos me llamara,
    no le quise responder.
    Respondile con gran saña:
    -¿Qué mandáis, gentil mujer?
    Con una voz amorosa
    comenzó de responder:
    -Ven acá, el pastorcico,
    si quieres tomar placer;
    siesta es del mediodía,
    que ya es hora de comer,
    si querrás tomar posada
    todo es a tu placer.
    -Que no era tiempo, señora,
    que me haya de detener,
    que tengo mujer y hijos,
    y casa de mantener,
    y mi ganado en la sierra,
    que se me iba a perder,
    y aquellos que me lo guardan
    no tenían qué comer.
    -Vete con Dios, pastorcillo,
    no te sabes entender,
    hermosuras de mi cuerpo
    yo te las hiciera ver:
    delgadica en la cintura,
    blanca soy como el papel,
    la color tengo mezclada
    como rosa en el rosel,
    el cuello tengo de garza,
    los ojos de un esparver,
    las teticas agudicas,
    que el brial quieren romper,
    pues lo que tengo encubierto
    maravilla es de lo ver.
    -Ni aunque más tengáis, señora,
    no me puedo detener.

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  14. Eleuterio Bejarano Bueno12 de febrero de 2014, 18:43

    Romance del Conde Niño

    Conde Niño, por amores
    es niño y pasó a la mar;
    va a dar agua a su caballo
    la mañana de San Juan.
    Mientras el caballo bebe
    él canta dulce cantar;
    todas las aves del cielo
    se paraban a escuchar;
    caminante que camina
    olvida su caminar,
    navegante que navega
    la nave vuelve hacia allá.
    La reina estaba labrando,
    la hija durmiendo está:
    -Levantaos, Albaniña,
    de vuestro dulce folgar,
    sentiréis cantar hermoso
    la sirenita del mar.
    -No es la sirenita, madre,
    la de tan bello cantar,
    si no es el Conde Niño
    que por mí quiere finar.
    ¡Quién le pudiese valer
    en su tan triste penar!
    -Si por tus amores pena,
    ¡oh, malhaya su cantar!,
    y porque nunca los goce
    yo le mandaré matar.
    -Si le manda matar, madre
    juntos nos han de enterrar.
    Él murió a la media noche,
    ella a los gallos cantar;
    a ella como hija de reyes
    la entierran en el altar,
    a él como hijo de conde
    unos pasos más atrás.
    De ella nació un rosal blanco,
    de él nació un espino albar;
    crece el uno, crece el otro,
    los dos se van a juntar;
    las ramitas que se alcanzan
    fuertes abrazos se dan,
    y las que no se alcanzaban
    no dejan de suspirar.
    La reina, llena de envidia,
    ambos los mandó cortar;
    el galán que los cortaba
    no cesaba de llorar;
    de ella naciera una garza,
    de él un fuerte gavilán
    juntos vuelan por el cielo,
    juntos vuelan a la par.

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  15. Eleuterio Bejarano Bueno12 de febrero de 2014, 20:14

    “Tatuaje”, Xandro Valerio - Rafael de León - Manuel Quiroga

    Él vino en un barco
    de nombre extranjero
    lo encontré en el puerto
    un anochecer,
    cuando el blanco faro
    sobre los veleros
    su beso de plata
    dejaba caer.

    Era hermoso y rubio como la cerveza,
    el pecho tatuado con un corazón,
    en su voz amarga
    había la tristeza
    doliente y cansada
    del acordeón.

    Y ante dos copas de aguardiente,
    sobre el manchado mostrador,
    él fue contándome entre dientes
    la vieja historia de su amor.

    "Mira mi brazo tatuado
    con este nombre de mujer;
    es el recuerdo de un pasado
    que nunca más ha de volver.
    Ella me quiso y me ha olvidado,
    en cambio yo no la olvidé
    y para siempre voy marcado
    con este nombre de mujer".

    Él se fue una tarde,
    con rumbo ignorado,
    en el mismo barco
    que lo trajo a mí
    pero entre mis labios
    se dejó olvidado
    un beso de amante
    que yo le pedí.

    Errante lo busco por todos los puertos
    a los marineros pregunto por él
    y nadie me dice
    si está vivo o muerto,
    y sigo en mi duda,
    buscándolo fiel.

    Y voy sangrando lentamente
    de mostrador en mostrador
    ante una copa de aguardiente
    donde se ahoga mi dolor.

    Mira tu nombre tatuado
    en la caricia de mi piel
    a fuego lento lo he grabado,
    y para siempre iré con él.
    Quizá ya tú me has olvidado,
    en cambio yo no te olvidé
    hasta que no te haya encontrado
    sin descansar te buscaré.

    Escúchame, marinero,
    y dime: ¿qué sabes de él?
    era gallardo y altanero
    y era más rubio que la miel.
    Mira su nombre de extranjero
    escrito aquí, sobre mi piel
    si te lo encuentras, marinero,
    dile que yo muero por él.

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  16. Eleuterio Bejarano Bueno13 de febrero de 2014, 0:34

    “19 días y 500 noches”, Joaquín Sabina

    Lo nuestro duró
    lo que duran dos peces de hielo
    en un güisqui on the rocks.
    En vez de fingir
    o estrellarme una copa de celos,
    le dio por reír.
    De pronto me vi,
    como un perro de nadie,
    ladrando a las puertas del cielo.
    Me dejó un neceser con agravios,
    la miel en los labios
    y escarcha en el pelo.
    Tenían razón
    mis amantes
    en eso de que, antes,
    el malo era yo;
    con una excepción:
    esta vez
    yo quería quererla querer
    y ella no.
    Así que se fue.
    Me dejó el corazón
    en los huesos.
    Y yo de rodillas,
    desde el taxi,
    y haciendo un exceso,
    me tiró dos besos...
    uno por mejilla.
    Y regresé
    a la maldición
    del cajón sin su ropa,
    a la perdición
    de los bares de copas,
    a las cenicientas
    de saldo y esquina,
    y, por esas ventas
    del fino La Ina,
    pagando las cuentas
    de gente sin alma
    que pierde la calma
    con la cocaína.
    Volviéndome loco,
    derrochando
    la bolsa y la vida
    la fui, poco a poco,
    dando por perdida.
    Y eso que yo,
    para no agobiar con
    flores a María,
    para no asediarla
    con mi antología
    de sábanas frías
    y alcobas vacías,
    para no comprarla
    con bisutería,
    ni ser el fantoche
    que va, en romería,
    con la cofradía
    del santo reproche-
    ¡tanto la quería!-
    que, tardé, en aprender
    a olvidarla, diecinueve días
    y quinientas noches.
    Dijo: “hola y adiós”,
    y el portazo sonó
    como un signo de interrogación.
    Sospecho que, así,
    se vengaba, a través del olvido,
    Cupido de mí.
    No pido perdón,
    ¿para qué?, si me va a perdonar,
    porque ya no le importa...
    Siempre tuvo la frente muy alta,
    la lengua muy larga
    y la falda muy corta.
    Me abandonó
    como se abandonan
    los zapatos viejos,
    destrozó el cristal
    de mis gafas de lejos,
    sacó del espejo
    su vivo retrato.

    Y fui tan torero
    por los callejones
    del juego y el vino,
    que, ayer, el portero,
    me echó del casino
    de Torrelodones.
    ¡Qué pena tan grande!
    Le daría el santo sacramento,
    en el mismo momento
    que ella me lo mande.
    ………………………………

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  17. "ORILLAS DEL AMOR", Luis Cernuda


    Como una vela sobre el mar
    resume ese azulado afán que se levanta
    hasta las estrellas futuras,
    hecho escala de olas
    por donde pies divinos descienden al abismo,
    también tu forma misma,
    ángel, demonio, sueño de un amor soñado,
    resume en mí un afán que en otro tiempo levantaba
    hasta las nubes sus olas melancólicas.

    Sintiendo todavía los pulsos de ese afán,
    yo, el más enamorado,
    en las orillas del amor,
    sin que una luz me vea
    definitivamente muerto o vivo,
    contemplo sus olas y quisiera anegarme,
    deseando perdidamente
    descender, como los ángeles aquellos por la escala de espuma,
    hasta el fondo del mismo amor que ningún hombre ha visto.

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  18. “Aunque tú no lo sepas” (Habitaciones separadas), Luis García Montero

    Como la luz de un sueño,
    que no raya en el mundo pero existe,
    así he vivido yo
    iluminando
    esa parte de ti que no conoces,
    la vida que has llevado junto a mis pensamientos.

    Y aunque tú no lo sepas, yo te he visto
    cruzar la puerta sin decir que no,
    pedirme un cenicero, curiosear los libros,
    responder al deseo de mis labios
    con tus labios de whisky,
    seguir mis pasos hasta el dormitorio.
    También hemos hablado
    en la cama, sin prisa, muchas tardes
    esta cama de amor que no conoces,
    la misma que se queda
    fría cuanto te marchas.

    Aunque tú no lo sepas te inventaba conmigo,
    hicimos mil proyectos, paseamos
    por todas las ciudades que te gustan,
    recordamos canciones, elegimos renuncias,
    aprendiendo los dos a convivir
    entre la realidad y el pensamiento.

    Espiada a la sombra de tu horario
    o en la noche de un bar por mi sorpresa.

    Así he vivido yo,
    como la luz del sueño
    que no recuerdas cuando te despiertas.

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  19. “Inventario de lugares propicios al amor” (A todo amor), Ángel González

    Son pocos.
    La primavera está muy prestigiada, pero
    es mejor el verano.
    Y también esas grietas que el otoño
    forma al interceder con los domingos
    en algunas ciudades
    ya de por sí amarillas como plátanos.
    El invierno elimina muchos sitios:
    quicios de puertas orientadas al norte,
    orillas de los ríos,
    bancos públicos.
    Los contrafuertes exteriores
    de las viejas iglesias
    dejan a veces huecos
    utilizables aunque caiga nieve.
    Pero desengañémonos: las bajas
    temperaturas y los vientos húmedos
    lo dificultan todo.
    Las ordenanzas, además, proscriben
    la caricia (con exenciones
    para determinadas zonas epidérmicas
    -sin interés alguno-
    en niños, perros y otros animales)
    y el «no tocar, peligro de ignominia»
    puede leerse en miles de miradas.
    ¿A dónde huir, entonces?
    Por todas partes ojos bizcos,
    córneas torturadas,
    implacables pupilas,
    retinas reticentes,
    vigilan, desconfían, amenazan.
    Queda quizá el recurso de andar solo,
    de vaciar el alma de ternura
    y llenarla de hastío e indiferencia,
    en este tiempo hostil, propicio al odio.

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  20. Jennifer Álvarez Alonso13 de febrero de 2014, 20:56

    De Gustavo Adolfo Bécquer:
    Podrá nublarse el sol eternamente,
    podrá secarse en un instante el mar,
    podrá romperse el eje de la tierra
    como un débil cristal.
    ¡Todo sucederá!
    Podrá la muerte
    cubrirme con su fúnebre crespón;
    pero jamás en mí podrá apagarse
    la llama de tu amor.

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  21. Muerte en el olvido, de Ángel González


    Yo sé que existo
    porque tú me imaginas.
    Soy alto porque tú me crees
    alto, y limpio porque tú me miras
    con buenos ojos,
    con mirada limpia.
    Tu pensamiento me hace
    inteligente, y en tu sencilla
    ternura, yo soy también sencillo
    y bondadoso.
    Pero si tú me olvidas
    quedaré muerto sin que nadie
    lo sepa. Verán viva
    mi carne, pero será otro hombre
    —oscuro, torpe, malo— el que la habita...

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  22. José Sánchez Cilleros16 de febrero de 2014, 10:50

    De Pablo Neruda:

    No te quiero sino porque te quiero
    y de quererte a no quererte llego
    y de esperarte cuando no te espero
    pasa mi corazón del frío al fuego.

    Te quiero sólo porque a ti te quiero,
    te odio sin fin, y odiándote te ruego,
    y la medida de mi amor viajero
    es no verte y amarte como un ciego.

    Tal vez consumirá la luz de enero,
    su rayo cruel, mi corazón entero,
    robándome la llave del sosiego.

    En esta historia sólo yo me muero
    y moriré de amor porque te quiero,
    porque te quiero, amor, a sangre y fuego.

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  23. De Cesar Vallejo, el poema “Masa”:

    Al fin de la batalla,
    y muerto el combatiente, vino hacia él un hombre
    y le dijo: «¡No mueras, te amo tanto!»
    Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.

    Se le acercaron dos y repitiéronle:
    «¡No nos dejes! ¡Valor! ¡Vuelve a la vida!»
    Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.

    Acudieron a él veinte, cien, mil, quinientos mil,
    clamando «¡Tanto amor y no poder nada contra la muerte!»
    Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.

    Le rodearon millones de individuos,
    con un ruego común: «¡Quédate hermano!»
    Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.

    Entonces todos los hombres de la tierra
    le rodearon; les vio el cadáver triste, emocionado;
    incorporose lentamente,
    abrazó al primer hombre; echose a andar...

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